Durante mi última estadía en Londres mi amiga D me invitó a un almuerzo con sus amigas – todas señoras de mas de 50 viviendo en Londres por trabajo o por que de alguna manera han alcanzado la requerida comodidad económica para vivir en esa ciudad sin tener que trabajar (suertudas las viejas).
Al ser nueva y la más joven del grupo varias de ellas estuvieron curiosas sobre mí. En dónde vivo? (en ese entonces yo vivía en India y estaba de visita en Londres), que hacia en India? (en ese entonces no hacia nada excepto disfrutar de mis amistades y de la piscina del Novotel), que planes tenia a futuro? (en ese entonces mi futuro se veía incierto por que no sabía cuánto tiempo más me quedaba en India ni con qué dificultades me encontraría para encontrar un trabajo en USA), así que yo muy juiciosa y graciosamente respondí todas sus preguntas, y al concluir les pedí consejo: Cómo hicieron ellas para llegar a el punto en el que se encuentran? Varias de ellas son mujeres exitosas en su profesión, otras dejaron sus carreras por encargarse de sus hijos y ahora que tienen tiempo a su disposición están emprendiendo planes personales, y lo que todas tenían en común era lo satisfechas que se veían con su presente.
Yo les contaba de lo insegura que me siento tanto profesional como personalmente. Les decía que me siento súper verde en general, y a veces me siendo chiquititita junto a gente que tiene, o da la apariencia de tener, todo bajo control.
Ellas tan lindas me daban palabras de ánimo. Así es la vida en tus 20s, me decían. En tus 20s te ves preciosa y te sientes fatal. En tus treintas no te ves tan linda, pero te sientes mejor. En tus cuarentas te ves mal y te sientes fantástica. En tus cincuentas te ves fatal pero te sientes fenomenal. (Estaban exagerando, por cierto. Todas ellas pasadas de los 50 se veían fabulosas – y no solo ellas, conozco cantidades de mujeres que se ven más y más fabulosas con el pasar del tiempo.)
Pero me dejaron pensando; será cierto? Será que cuando cumpla 30 voy a perder un poco de firmeza muscular a la vez que pierdo un poco esa absurda necesidad de sentirme sobresaliente/apreciada/correcta en todo? Será que en mis cuarentas mis brazos van a estar menos definidos pero voy a dejar de achicarme por mis errores? Será que en mis cincuentas mi cabeza estará cubierta de canas, pero la opinión y aprobación de otros va a dejar completamente de importar?
A veces cuando estoy sumergida en desesperación e inseguridad (que fue lo que me pasó esta semana por un asunto de trabajo), cierro los ojos y pienso como me gustaría una de dos: a) volver a ser bebé, con una vida como un cuaderno en blanco; o b) ser una mujer mayor, con una biblioteca de conocimiento y aprendizaje en mi mente, que ha dejado de ver caos en esos pequeños remolinos que se crean en mi tasa diaria de café.
Pero no me voy a permitir más esta bobería de desear que la vida pase rápido para que las lecciones del presente sean menos dolorosas, y tampoco me voy a permitir concentrarme en todos los “debí”: debí ponerlo por escrito, debí asegurarme que todos estamos en el mismo plano, debí confirmar que todos recibieron la misma información, debí ser mas cautelosa, debí, debí, debí. Como dice N, ver cosas en retrospectiva es fantástico, pero bastante inútil para otra cosa que no sea aprender.
Y con todo esto en mente recuerdo que cuando yo era chiquita le pregunté a mi mamá si crecer duele, y ella me respondió que sí.