El fin de semana pasado mi hermano y yo fuimos desde Buffalo a San Francisco.
San Francisco es una de mis ciudades favoritas en el mundo. No solo es precioso, sino tiene un feelin’ que me encanta, y algunas personas a las que admiro mucho en el mundo virtual (Heather, Derek, Kevin Rose) viven ahí y estar en la misma ciudad, con la posibilidad de encontrármelos, me llena de emoción.
Muchas veces me he imaginado viviendo en San Francisco, caminando por calles empinadas y pasando fines de semana en la bahía, o en Buena Vista park, y viviendo en una casita con un árbol de naranjas bien amarillas y llenas de sol.
Sin embargo, lejos de ser un fin de semana placentero, fueron un par de días muy estresantes y la razón fue que nuestra visita a SFO era para encontrarnos con mi papá y hablar del que hasta ese momento parecía el iminente divorcio de mis padres.
Fue un fin de semana de charlas tensas, y sobre todo de silencios, cada uno de nosotros concentrados en nuestros propios pensamientos, preguntándonos qué estaba por venir, cómo iba a ser la situación de familia si este divorcio llega a concretarse, y no podía evitar sentir miedo por las consecuencias que esto podría tener en la vida de mis papás, de mi hermano, y sentir temor de la siempre presente posibilidad de que una relación que funciona en un momento, puede dejar de funcionar en el siguiente.
Imagino que 33 años de matrimonio estarán llenos de errores – al fin y al cabo, no somos así los seres humanos? Un error tras otro, con uno que otro acierto que nos llena de esperanza? Tontamente caminando, tratando de crecer, tomando decisiones incorrectas, pronunciando palabras que lastiman, actuando de manera absurda, hiriendo y siendo heridos?
El fin de un matrimonio no es como un switch de On/Off, un matrimonio se acaba cuando la lista de ‘cons’ es mas larga, pesada y dolorosa que la de ‘pros’ y una o dos personas deciden ponerle un alto al absurdo, pero creo que por mas larga que sea la lista, hay un momento determinante en la vida de una pareja en la que una persona se da cuenta de que ya no es feliz, y ese momento debe sentirse como una cachetada dada por una mano helada.
N y yo hablamos al respecto; qué hacer, nos preguntábamos, para evitar estar en esta situación en 22 años? Hablar ahora, me dijo él. Y tiene razon, por que no es secreto que solucionar problemas hoy, evita que se conviertan en divorcios mañana – pero es eso todo? Lo dudo; y no es mi intención dar respuesta a esta pregunta en este post, pero si pensar al respecto y mantener en mente, siempre, que el peor error que uno puede cometer en una relación es dar por sentado que la otra persona siempre va a estar ahí, que su paciencia será interminable, su perdón eterno, su memoria mala, y su amor infinito, por que la realidad es que no es así.