Wednesday, February 26, 2014

Me he cambiado tantas veces de casa que a veces me despierto en la mitad de la noche y no sé en dónde estoy.

La experiencia es siempre la misma: sueño algo (quién sabe qué), abro los ojos, y espero ver mi cuarto en Quito, con la pared blanca al lado derecho de mi cama, mi mesita de noche al lado izquierdo, sobre ella un despertador en forma de cubo café, y al fondo de la habitación la puerta de mi baño; espero ver un poco de luz por la ventana, y respirar el aire frío de madrugadas quiteñas.

Sin falla, ese cuarto no es en el que me encuentro. Ofuscada por el desconcierto algo en mi se asusta y con voz llena de sueño llamo su nombre, “Papi…?”

Me mudé fuera de la casa de mis padres hace 14 años y sin embargo aún mi subconsciente somnoliento busca consuelo en la voz de mi Papá diciéndome que es tarde, que vuelva a dormir.

Casi al instante recuerdo que no estoy en esa casa, ‘mi’ casa. Estoy en India empapada de sudor, estoy en Búfalo cubierta hasta las orejas en cobijas, estoy en Londres acompañada del ruido de una calle que no descansa. Entonces doy media la vuelta, me acurruco contra N, y vuelvo a dormir.

Thursday, February 20, 2014

Vivo en una casa que tiene 100 años; ‘nueva’ para estándares británicos.

Como toda casa vieja tiene sus cosas. Hay una brisa constante entrando por las ventanas, las puertas son antiguas y pesadas, no hay una sola pared recta, y el techo es torcido – estos últimos dos puntos no se notan a simple vista; nos dimos cuenta cuando armamos un armario y al ponerlo contra la pared quedó una distancia de unos dos centímetros a un lado, mientras el otro lado estaba bien apoyado. De igual manera con el techo. N es muy temático de medir a precisión toda pared y asegurarse que los cuadros estén ubicados perfectamente tanto vertical como horizontalmente. Luego de colgar un cuadro particularmente grande y pesado vimos que parecía totalmente torcido pero el nivel confirmaba que estaba recto; obviamente era el techo que tiene una inclinación de un par de grados; para compensar, todos los cuadros en mi casa también están oficialmente torcidos.

En la segunda guerra mundial una bomba cayó a unos metros de esta casa. Lograron mantener la casa en pie poniendo unas vigas de metal que van de pared a pared. No las vemos dentro de casa pero la fachada es ‘decorada’ con las cabezas de unos tornillos gigantescos que es lo único visible de las vigas. Si bien la casa se mantuvo en pie el piso se hundió y eso si es algo muy notorio por que la casa es en una planta baja y en teoría debería estar a nivel de la vereda cuando en realidad hay que bajar cuatro gradas para llegar a la puerta de entrada.

Tenemos un patio que no hemos utilizado ni una sola vez por que ha hecho tanto frío desde que nos mudamos. Londres no era tan lluvioso la última vez que viví aquí; ahora tenemos suerte de tener unas horas sin lluvia pero lo peor es el viento, ese viento terrible que arruina paraguas y me deja despeinada.

En el patio esta el grill que trajimos todo el camino desde Búfalo. En algún momento planeo tomarme unas horas e invertir algo de dinero en hacer que el patio se vea bien. Me emociona pensar en hacer una fiesta de primavera y poder disfrutar de las afueras de la casa – ya veremos si pasa.

Hasta entonces, me arropo bien por que la casa es fría y me concentro en los ruidos de la calle que noche a noche me arrullan hasta dormir.

Tuesday, February 18, 2014

Otra vez me lancé al vacío.

Dejamos toda la comodidad de nuestra vida en Buffalo, y nos mudamos –permanentemente esta vez- a Londres.

Hoy son diez semanas desde que llegamos aquí.

Diez semanas son suficientes para:

- Volver a enamorarme de Londres

- Mudar de departamento dos veces

- Recibir visitas de Búfalo, Brasil, Zurich, Singapur y Canadá

- Abrir 172 cajas que son las que trajimos con nosotros desde USA

- Comprar una tetera y una aspiradora

- Comprar y armar tres clósets y dos mesitas de noche

- Comer comida Italiana, Persa, Peruana, Etiopia, Japonesa, Turca, y un sinnúmero de hamburguesas.

- Reiniciar mi rutina de correr pasando un día, mínimo 4 millas por día.

- Beber innumerables cervezas, cidra, vino.

- Enviar docenas de currículos.

- Perder un poco la cabeza.

- Empezar a cuestionar mi valor como ser humano.

No tengo trabajo. Estoy buscando. Odio buscar trabajo.

Cuánto tiempo va a tomar? Qué pasa si no encuentro nada en los próximos meses? Tengo valor profesional en esta ciudad? Podré conseguir un trabajo y sueldo igual o mejor que en USA?

Trato de mantener la calma y disfrutar de estos días. Sé que no durarán por siempre, pero la incertidumbre me angustia.

Para calmarme me impongo una rutina.

Al empezar la mañana alimento mi mente. Leo libros que tenía abandonados en la biblioteca desde hace mucho; sus autores son viejos amigos: Saramago, Murakami, Palahniuk, Greene. Los analizo y disfruto. Bebo un jarro de café.

A media mañana me quito la modorra saliendo a correr. Salgo de casa y paso por West Hampstead, luego voy a Finchley Road, subo cuestas que me dejan sin aire, las bajo limitando el impacto en mis rodillas, procuro reducir mi tiempo con cada salida, mantengo record del numero de millas.

Al regresar empieza mi día de trabajo. Abro clasificados, analizo los que parecen apropiados, edito de carta de presentación y mi currículo y envío aplicaciones. Me peleo con mí misma forzándome a mantener la concentración. Trato de no abrir Facebook o prender la televisión. A veces fallo. Muchas veces fallo.

Vuelvo a concentrarme y empiezo a escribir. Busco palabras que muestren acción, que digan que soy alguien de valor, sin miedo a retos, que mi pasado profesional ha sido sobresaliente. No las encuentro. Vuelvo a buscar. Escribo de nuevo. Me rindo. Otras veces sigo.

A media tarde me da hambre. Busco algo que comer, alto en proteína, bajo en carbohidratos.

Regreso a mi espacio y sigo buscando, enviando aplicaciones, levantándome el ánimo a mi misma, aunque poco a poco pierdo la calma.

Qué hice? Dejé un buen trabajo, en una buena compañía, un ascenso que estaba a punto de ser mío, y vine acá. Valió la pena? Si, me respondo. Esta es la vida que soñaba tener desde hace tiempo – claro que en mis sueños me veía con sueldo.

Me auto impuse este terremoto y ahora estoy reconstruyendo. Esta incertidumbre y esta falta de comodidad son normales, me digo. Todo está bien y todo estará bien, me repito. Es tiempo de buscar, analizar, encontrar. No puedo perder el ánimo.

A veces me toma trabajo auto-convencerme.