Después de un par de copas de vino durante la boda de Tim y Noelle, sintiendome invencible dije que sí a la idea de ir Skydiving este fin de semana. No se me pasó por la mente mi miedo a las alturas, ni el hecho de que cada vez que me he subido a un Rollercoaster he salido con tremendo dolor de cabeza del susto y la tensión – en ese momento solo pensé en lo lindo de bajar con el paracaídas toda relajada viendo al horizonte y me olvide totalmente que para llegar a ese punto tienes que saltar de un avión a 11.000 pies de altura y descender en caída libre por 5.000 pies hasta abrir el paracaídas.
Pasé toda la semana pensando en no saltar, en el susto que tenia, en lo peligroso del asunto, pero sobre todo estaba segura que si no saltaba me iba a arrepentir por siempre, iba a estar triste y sentirme derrotada. Por último, pase toda la semana sabiendo que desde hace años me hice la promesa de que si algo me asusta significa que tengo que hacerlo, por lo que hacer esto se volvió una obligación conmigo misma.
Llegamos a Frontier Skydiving a la 1 pm el Sabado 9 de Julio. Tomó poco tiempo organizarnos y tomar el curso básico, en el que primeramente debes ver un video en el que un abogado dice “usted va a saltar, usted esta poniendo su vida en riesgo, usted puede morir o quedar deforme, usted toma total responsabilidad de todo, y si usted nos sigue juicio va a perder – disfruten el salto!”. Los siguientes 30 minutos son dedicados a aprender a tomar la forma necesaria para el salto, como ubicar tu cuerpo junto al instructor, sentarte en la puerta del avión con medio cuerpo afuera antes del salto, tomar la forma adecuada para crear la menor resistencia de aire durante la caída libre hasta llegar a las 6.000 pies cuando te dan la señal de soltar el paracaídas.
También tuvimos una breve instrucción de como funciona el paracaídas principal, el de repuesto, y la tecnología que hay detrás. El paracaídas de repuesto esta equipado con un altímetro electrónico que se resetea cada vez que subimos al avión. Si se da el caso que hasta cierta altura el paracaídas principal no se ha abierto, el altímetro suelta unos cordones de seguridad para que el de emergencia se abra automáticamente sin intervención manual – esto me dio cierta calma, por que todo fue súper profesional y bien planeado.
Unas 10 personas saltaron antes que nosotros, por lo que esperamos casi 3 horas hasta nuestro turno. Cuando ya era la hora mi instructor Nick vino a buscarme y empezamos la preparación de ponernos el traje (que no tiene otro propósito que mantener la ropa limpia en el momento del aterrizaje) e instalar el arnés.
Una vez en el avión (diminuto avión en el que alcanzamos 6 personas, en filas de dos en dos, bien apretaditos) mas o menos a los 5,000 pies abrimos la puerta para dejar saltar a un jumper haciendo ‘hop n pop’ (saltar a 5,000 pies y abrir el paracaídas pronto después), y continuamos con el asenso a 11,000 pies.
Casi a los 10,000 pies Nick empezó a prepararme. Hay 4 puntos de conexión entre el jumper y el instructor y después las correas deben apretarse super bien hasta que casi no haya espacio entre las dos personas con el propósito de que dos cuerpos caigan como uno.
Al estar en la puerta del avión sentí una tremenda angustia, me aterré y ya no quería saltar. Estaba con todas las ganas de regresarme y olvidarme del asunto, pero Nick me dijo ‘Naaaaaaah! Everybody jumps off this plane!”, y me dio muchisimo apoyo para animarme. En este punto yo estaba agarrada a la puerta del avión con pánico, pero Nick soltó mis manos, las puso en posición cruzada frente a mi pecho, dijo algo como “Skydiver ready!” y sin más saltó – lo que fue bueno, por que si me daba dos segundos mas a pensarlo, yo no iba a poder hacerlo.
El asunto de estar sentado en la puerta abierta de un avión es que estás atado a una persona que está determinada en saltar, así que en ese punto no hay regreso - susto o no susto, uno debe hacerlo.
Un par de segundos después del salto sentí un terror que salía de todo mi ser y solté el grito mas grande de mi vida y por un par de segundos perdí completamente el control. Afortunadamente casi al instante Nick me dio un par de señales para que ponga mis piernas y brazos en posición y eso hizo que mi cerebro salga de la burbuja de pánico en el que estaba y logre enfocarse en lo que tenía que hacer, mantener mi cabeza en alto, las piernas dobladas hacia arriba, los brazos en 90 grados – y sobre todo, respirar.
Por supuesto, todo esto sucedió luego de gritar con absolutamente todas mis fuerzas como no he gritado jamás, hasta que me di cuenta que tanta gritadera no estaba haciendo nada por mi - además, el ruido tan tenaz durante caída libre que uno puede gritar a morir y no se escucha nada y entre el miedo y el viento, tenía la garganta reseca en un parpadeo.
Los 55 segundos de caída libre pasan rápido y fuí afortunada al lograr calmarme lo suficiente como para comprender que estaba ahí, haciendo esta cosa completamente loca y maravillosa, y sobre todo disfrutar de que realmente estaba volando.
Poco después, mientras mantenía la cabeza en alto mirando hacia el horizonte, recordando respirar, Nick me dio la señal de que llegamos a 6,000 pies y tenia que liberar el paracaídas – al buscar el release no lo encontré inmediatamente, así que Nick tomó cargo y un segundo después teníamos el paracaídas abierto y de pronto todo era silencio – un silencio tan profundo y lindo, solo quebrado por la voz de Nick diciéndome en total calma que estaba todo bien y que mire las cataratas del Niagara que estaban justo frente a mi – y fue tan hermoso.
Segundos después Nick soltó uno poquito las correas por las que estábamos atados – lo que casi me mata del susto por que sentía que me iba a ir de cabeza – y también me dio a sostener un par de correas para que yo misma pueda maniobrar el paracaídas, pero por supuesto, Nick estuvo en control total del asunto todo el tiempo y yo solamente seguía sus ordenes.
Poco después de empezar el descenso llegamos a la altitud necesaria para practicar un par de veces los movimientos para aterrizar (levantar las piernas rectas en 90 grados con rodillas y pies juntos y bajar los brazos rectos casi tratando de tocar las rodillas), y después la caída duró apenas unos minutos mas y de pronto estábamos sobre el campo de aterrizaje, Nick me dió la señal, y aterrizamos suavecito, como si nada.
Abajo nos esperaban nuestros amigos, super emocionados de vernos llegar, y cuando toqué tierra me sentí increíblemente feliz – feliz como no había estado en meses, y a la vez me sentí viva e invencible. El efecto del salto es un ‘natural high’ potentisimo que me duró horas, y a las 2 am seguía con toda esta energía que no me dejaba dormir.
El hecho de que realmente lo hice se me hace a momentos increíble. Hoy me la he pasado preguntando a N si realmente sucedió? Fue verdad? Y N me dice que si y se toma el tiempo de recrear conmigo cada segundo desde que nos subimos al avión hasta que me vio saltar – y si, fue real, y soy tan feliz de haber dado ese paso, y haber cumplido algo que me había prometido hacer desde hace tanto tiempo.