Thursday, March 07, 2013

Cada vez que alguien viene de visita de Ecuador los mando de regreso con un paquetote de fotos impresas que envío para la mamá de N y la reciente visita de mi madre en Diciembre no fue la excepción.

Una mañana fuimos a Walgreens y me puse a imprimir cantidades de fotos y por primera vez me di el tiempo de hacer tarjetas con fechas y nombres y múltiples fotos y tonteras de esas. Mientras esperaba a que mi orden se imprimiera me puse a ojear las opciones disponibles para libros de fotos, y ta-da! Se me prendió el foco y decidí hacer álbumes de los pasados años.

IMG_6954CEstos son los álbumes de 2012 y 2011; el del 2010 y 2009 están en proceso y planeo hacer uno para el 2008 y otro del 2005 (tengo la idea que 2006 y 2007 fueron aburridos así que los voy a dejar para el ultimo).

Cada álbum me toma varias horas por que típicamente entro en mucho detalle, edito fotos, las organizo a perfección, luego dudo, las organizo de nuevo, dejo el proyecto descansar por unas horas/días, lo reviso una vez mas, hago un par de ediciones, y finalmente me doy por satisfecha (o por vencida) y lo mando a imprimir.

2010 y 2009 están resultando ser bastante emocionales para mí. Hay muchos recuerdos, muchas fotos de gente que extraño y me pongo triste, luego feliz por saber que tuve esas experiencias, por tener esos recuerdos, luego triste por que ahora mi vida esta en un limbo, luego feliz por que la vida en verdad es buena,  luego triste por que estoy convencida que la comodidad es la madre del estancamiento y temo quedarme estancada en esta ciudad y en este trabajo, luego feliz por que esta ciudad y trabajo me han traído cosas maravillosas… y así.

Ayyyshh…

Wednesday, February 27, 2013

Hace varios meses nos dimos cuenta que hacía falta en nuestras vidas un sacudón para ponernos en mejor forma, perder un poco de peso, sentirnos mejor.

Conocimos a Bo a través de la escuela de Krav Maga. Bo es un nutricionista y entrenador personal que ha cambiado toda nuestra vida nutricional y de ejercicios.

Empezamos en Agosto con pequeños (grandes!) cambios en nuestra dieta. Primero empezamos a comer 5 veces al día, cada 3 horas; aumentamos nuestro consumo de proteína, reducimos la cantidad de carbohidratos, eliminamos comidas enlatadas o pre-preparadas y las remplazamos por verduras y frutas frescas, y por ultimo empezamos a hacer ejercicio 5 veces a la semana.

20 libras después (N), y 12 libras después (yo), seguimos en este camino de comer/vivir mejor.

Es tenaz lo diferente que me siento ahora que como bien, que hago ejercicio constantemente. Ha sido un cambio total de estilo de vida. Ahora llego a casa y no me siento frente a la tele/compu a pasar las horas hasta ir a dormir; mas bien llego, descanso un ratito, me cambio de ropa, hago ejercicio en casa/ salgo a correr/voy a clase de Krav, regreso, me baño, preparamos una buena cena, comemos y de ahí a dormir – quien se hubiera imaginado que en esas 4/5 horas desde que llego a casa y voy a dormir se puede hacer tanto!

Ahora estoy trabajando en construir músculo. Estoy haciendo la rutina de George St-Pierre  3 veces a la semana, además de 3 clases de Krav y, cuando el clima permite, salgo a correr por 4-5 millas. Resultado: Abdominales! Una talla menos de pantalones! Piernas y brazos fuertes! Duermo súper bien! Como saludable, rico, y no me muero de hambre! 

Declaro a este plan todo un éxito.

Tuesday, February 19, 2013

La primera vez que leí “Paula” de Isabel Allende tenía 15 años y acababa de regresar de vivir por unos meses en Alemania.

Devoré ese libro con pasión, sintiendo que de alguna manera era un reflejo de mi, como una imagen dentro de un espejo dentro de un espejo dentro de un espejo.

Teníamos poco en común Isabel Allende y yo. Yo Ecuatoriana, ella Chilena. Yo, en ese entonces de 15, ella de más de 40. Yo estudiante de colegio, ella una escritora famosa. Yo lejos de dictaduras, desapariciones, terrores, ella que los vivió todos. Sin embargo algo sobre ese libro me sonaba a mí. La experiencia femenina, la voz de una mujer viviendo en Latinoamérica, las historias de una niña creciendo en los 50s, 60s, que tanto sonaban a las historias que me había dicho mi mamá.

A Paula en sí la veía casi como un ángel. Paula había muerto años antes que yo leyera la obra, y mi mente construyó este personaje de una muchacha bonita, sencillísima, brillante de mente y de espíritu. Leía y re-leía las partes del libro que hablaban de Paula y su esposo; el romance entre los dos, ese amor tan profundo, y en mi mente Paula era una princesa, su esposo Ernesto un príncipe, atrapados en una historia trágica. Pero también Paula era distante por que Paula era un adulto, yo la percibía mucho mayor a mi y en cierta manera eso hacia que su muerte, aunque tristísima, sea mas sostenible para mi como lector, por que Paula había vivido una vida llena, con muchas experiencias, mucho amor.

Han pasado 17 años y esta noche al ojear un libro (“This I Believe” de NPR) me encontré con un ensayo de Isabel Allende en el que menciona a Paula y la edad que tenía cuando murió. 28 años. Casi 4 años menos que yo en este momento.

Hoy por primera vez se me viene la realización, como una palmada fría a la frente, que Paula era en realidad tan joven. Hoy comprendo la verdadera tragedia de su muerte.

Pienso dónde estaba yo a mis 28, cómo era yo en ese entonces, un adulto en papeles pero aún un poco adolescente, inmadura, insegura, buscando algo, buscándome; y pienso cuánto han cambiado mis relaciones en estos 4 años, con mi madre, con N, cómo he crecido y me he encontrado, quizás Paula nunca tuvo esa oportunidad.

Cuando estaba en el segundo grado un día hablábamos con una amiga de la escuela sobre una amiga de su mamá, comentando de lo guapa que era, como tenía su propio auto y vivía sola, cuando mi amiga exclamo “pero es que tiene 32 años, ya es vieja!”

Si tan solo hubiese sabido.

Wednesday, January 30, 2013

Todas mis visitas a Paris, excepto una, han sido en Otono o Invierno. Yo conozco un Paris nublado, lluvioso, frío.

Una tarde de mucho viento Malu y yo fuimos a buscar lo que ella me vendió como ‘helados de paila Parisinos’, los helados de Berthillon. Protegidas contra el frio bajo largos abrigos negros y bufandas de colores caminamos con destino a Île Saint-Louis, cruzamos un puente, tomamos un par de callecitas de piedra, y llegamos. Ella Fresa, Yo Mango. Caminamos sin rumbo hablando sobre Maria Antonieta, los zapatos estilo gladeador, y la colección de cristales de mi mamá.

Nos sentamos en el piso junto a la orilla del río, nuestras piernas colgadas del borde, ella usando zapatillas plateadas con punta redonda y medias color pitufo, yo puesta mis primeras doc martens que alguna vez fueron color vino y para ese entonces se veian marron.

Miramos el atardecer.

Friday, January 04, 2013

Who would have thought 2012 would have been the “black belt year”.
The first half of the year was almost fully focused on getting ready for my black belt test.
My team consisted of 8 people: Steve, Bob, Nick, Rachel, Shell, Daryl, Jeanne and I. We went to boot camp for 3 months, trained 4 times a week, including a 3 hours long session (minimum) on every Friday evening.
Boot camp is split in 3 chapters. The first one focuses on Thai forms (5 sets of punches, elbows, kicks, knees, upper cuts), choke defenses (chokes from the front, from behind, from the side, during movement, etc.), defense from bear hugs (bear hug from the front, from behind with arms free, from behind with arms trapped), and then, my favorite, ground defenses (escape from the guard, chokes, etc.)
The second one focuses on self-defense against weapons: gun, knife and stick, and getting you in good enough shape to be able to run a mile in 8 minutes, or at least get pretty close to it.
The third and final one is a combination of the first two, plus the mile run in 8 minutes or less, 100 pushups, 125 sit-ups and, for the grand finale, 7 rounds of sparring each 3 minutes long, the first 4 with people from the team who were testing with me – and just as exhausted, and the last 3 with fresh people who came in just for the sparring portion of the test. I am telling you, it was brutal.
The level of exhaustion during the final test was beyond anything I have ever experienced. Towards the end I could barely remember my name, but I knew I had to finish the test – and when I did, ah, the joy.
When talking with fellow Black Belts prior to the test they told me that the knowledge of everything I had to do was already inside me and my instructors knew that, the final test is not so much to show how much you know, but to show you can survive it – and I did.
My partner during the 3 months of training was Rachel, and I couldn’t have asked for a better one.
When you see her walking down the street Rachel is a very pretty, completely feminine girl that wears flower dresses and has blond hair; during class, she’s badass, tough as nails, a woman who would punch your head off unless you cover, and you better cover well. She is pretty awesome.
Getting a black belt was a big deal for me. Never before had I stuck to something for so long, with so much dedication. The black belt is a token of 4 years of work; “blood, sweat and tears” as they say, but also pride, self-steam, friendship, and I don’t know if there is a word for this, but that feeling of putting all you have into a goal, and getting it – I guess it’s called accomplishment.
I wondered many times if I would be able to do it. My biggest fear was that at some point during the day (it was a 6 hours long test, plus about 30 minutes of warm up) my mind would simply rationalize the whole thing and come to the conclusion that the pain and exhaustion were not worth it, but none of that happened. On the contrary; as time went by and I was getting more and more tired, and it was getting harder to get up from the floor or keeping my hands up and my lower lip was swelling up from an elbow I accidentally got to the mouth, I just felt more determined to give it my all.
N tells me Rachel and I were pushing each other to the max; he said during the Thai forms everybody was taking it easy, considering it was the opening act to the 5.5 hours still left to go, but Rachel and I were punching hard, kicking high, giving it all from the very beginning, and hearing those words made me feel so good because if there is one thing I am taking from all this is that I left everything I had in that mat, I did not hold back, I started strong, finished strong, and now that I have that Black Belt, I know that I truly earned it … and I deserve it.