Monday, December 18, 2006

Ipod es una porquería.

Hace apenas unas semanas escuche en NPR un reportaje sobre la mala calidad de ciertos gadgets actuales que apenas te duran el tiempo que te cubre la garantía y un par de meses después dejan de funcionar. Aunque el reportaje mencionaba a los Ipods en forma bien directa no le di mayor importancia y seguí con mi vida, despreocupada, hasta que llego el punto de quiebre.

Más o menos hace un mes tuve un problema con mi Ipod de dos años. Estaba tocando música en mis parlantes Bose y al querer adelantar a la siguiente canción el Ipod se atoro y dejo de funcionar por completo; al apagarlo y volverlo a encender me encuentro con que ninguna de mis 17,000 canciones estaba en el disco duro – Ok. No big deal – me puse en ese mismo instante a hacer un restore del software y a volver a instalar las canciones, pero luego de 5 horas y varios intentos, el Ipod, el software, y las canciones, no mostraban la menor intención de ponerse a trabajar.

En eso se me vienen a la mente los nuevos comerciales de Ipod, el del chico chic, delgado, trendy que representa a Apple, y el del gordito de terno, lentes, súper nerd que representa a Windows. Yo evidentemente fui suficientemente cojuda de creerme los comerciales e irme por el reproductor de mp3s mas trendy y ‘lindo’ del mercado sin prestar la menor atención a la competencia que ofrece mejores equipos a mucho menor precio.


Mi novio me regalo mi Ipod de 60 GB tercera generación hace dos años y un Ipod nano de 4 GB primera generación hace un año por que al fin y al cabo soy una mimada y me compran todo lo que pido. En fin, el Ipod que se fue a la mierda fue el de 60 GB así que ayer, muy pacientemente, con el corazón en la garganta, y con la tarjeta de crédito lista para pagar el arreglo del aparato me dirigí hacia el Apple Store a ver que se podía hacer… OK. Para resumir, una mierda absoluta.

El servicio al consumidor de Apple es pésimo. Al llegar me dijeron que debía tener una cita para que se dignen ver a mi Ipod, que si no tengo una cita que la puedo hacer online, pero que igual no tienen ninguna ventana de servicio abierta así que me toca esperar nomás, y por ultimo, que si me gusta bien, sino, también!

Mi novio para este punto estaba que mandaba a la mierda al ‘genius’ de Apple (así los denominan a los mancitos que trabajan en la tienda), y yo tratando de apaciguar los ánimos le pedí al man que aunque sea le de una mirada al Ipod a ver si sabia que pasaba.

30 minutos y varias llamadas telefónicas de parte del ‘genius’, el man coge mi Ipod y me dice: “mira, tu Ipod tiene el hardware dañado y la garantía se acabo hace un año, así que tienes dos opciones: pagar $249 dólares por el mismo Ipod con un nuevo hardware, o pagar el precio de un nuevo Ipod menos 10% de descuento por el Ipod viejo – tu decide”.

OSEA?!?!?!

Primero, no tengo plata para gastarme mas de $300 en otro nuevo Ipod, segundo, así tuviera el dinero no estoy dispuesta a comprarme otro Ipod que se que se va a dañar así por que si! Y claro, luego nos ponemos a pensar – obvio que son de tan mala calidad! Si no fuese así, Ipod no tendría un puesto de servicio técnico dentro de cada una de sus tiendas! Los productos de Apple se venden por lindos y trendy, no por calidad, y si quieres tener algo que te dure por varios años debes irte por lo que sea menos por Apple.

Me permito generalizar que Apple son los de los problemas, no solamente los Ipod, por que he escuchado a varios de mis amigos quejarse de la poca calidad de las Powerbook o cualquier otro computador de esta marca, y encima el servicio al consumidor deja muchísimo que desear. En la vida real el “genius” de Apple se parece mucho mas al nerd de las propagandas en contra de Windows que al otro dude.

En fin, escribo todo esto para recomendarles que NO COMPREN IPODS. Hay otros sistemas en el mercado (como Creative Labs o cualquier otro) que van a dar menos problemas a menor costo (lo digo por experiencia – antes del Ipod tenia un Zen de creative labs que hasta ahora funciona súper bien a pesar de las numerosas veces de darse contra el piso).


Tenemos la responsabilidad de ser consumidores pensantes y comprar lo que es bueno y rechazar lo que no lo es. A la mierda Apple!

Saturday, December 16, 2006

Julius

Doesn’t it suck when people die?
My uncle died more than a year ago. I don’t know the exact date, but I remember receiving my mom’s phone call when I was leaving my apartment to go to chorus practice at a church in London’s east side. I had joined an American group of singers who were going to perform for Thanksgiving service in St. Paul’s Cathedral.
When she called we talked just about everything but his death – she asked how everything was, I complained of my current situation: about leaving London, sad to the bone, lonely, confused as usual. Just about to hang up she said, “can I tell you something sad?”, “what’s going on?” “Julius died yesterday”.

I couldn’t say anything because I didn’t feel anything. He was gone and that was it.

Then, as if trying to recall some feeling, trying to prove to myself that I could cry and that I felt something for someone, I started thinking about the past and his life in my life: Uncle Julius cooking spaghetti for Sunday brunch, the black and white photos of his mom and brother (people he never talked about), images just sitting in a table, always untouched, facing the main entrance (once I moved them out of curiosity and he got really mad at me – probably one of the few times he got so upset about something I did). Then I though about his hammock, how he used to hang it from two hooks, one in each wall in the living room, and hang the hammock right there in the middle of the room, barely taking care of the coffee table and the expensive china, so that the baby girl (me!) could play on her own while the grown-ups rested.

He also had that tea set, British it was, always clean, dusted, impeccable in one side of the living room – I never asked where he got it from?, why it meant so much? Questions that are left silent, and answer that will always remain quiet.

It’s interesting that it has taken me a full year to come around and write about him.
We were close while I was a child, but my teenage years took me to places far away from him – although I always remembered his long and gentle hands, his way to tell stories, his smell of lavender cologne and his grey cotton sweaters.

I miss him. Besides my grandmother, he is the only person I’ve lost.
I know. I’ve been lucky; I’ve had very few deaths around and only these two have meant something.

My mom told me that he said goodbye a few weeks before he died. He asked her to call me and let me know; he asked her not to cry, to get a new dress for his funeral, to have a small dinner on his behalf and make sure that his daughter in law wouldn’t throw away his stuff: things that, although seemingly worthless, meant the world to him, God knows why.

In any case, he died. My mom took everything she could – the daughter in law is a bitch and she wouldn’t allow her keep Julius stuff. They organized a mass and a small dinner party. They had Italian food and red wine in his honor. Against all odds very few people attended the funeral – his closest friends are all so old that they barely leave home, and the young people are gone, like me.

As of today I am here, remembering, just as I remember every week, every month, about him and his smell, his words, his deep voice, his gentleness, his laughter, and as of this moment I miss him – like I always do.