Subía gradas, por pisos y pisos y pisos, subía hasta que mi corazón no podía más. Las gradas estaban cubiertas de nieve y mis botas de invierno me mantenían sin resbalar, pero apenitas.
Seguía subiendo gradas que parecían no terminar. La torre no aparentaba ser tan alta desde abajo, pero subir todas esas gradas me mostraba que toda apariencia era falsa.
Muchas mas gradas después llegué al último nivel, y frente a mi estaban los Alpes Suizos, hermosos en una mañana de Otoño completamente despejada, limpia de toda contaminación, completamente nítida y preciosa – absolutamente maravillosa en su esplendor, esa manera de ser tan grande y extensa y sin embargo tan delicada, tan a mi alcance.
Mi cabeza gritaba “esto es Hermoso! esto es Hermoso!” Y mi cara no paraba de sonreír. Un anciano alemán estaba en una esquina, y al mirarme sonrió, y sin poder comunicarnos mas que con miradas nos quedamos lado a lado mirando a las montanas, la naturaleza perfecta, los árboles cubiertos de nieve, los Ski Resorts que desde hoy (primer día de la temporada) explotaban de esquiadores, el lago brillante y dorado con el sol reflejándose en sus aguas, las casas Suizas que son el molde de toda casa de muñecas tenían humo saliendo de sus chimeneas, y los dos, a -2 grados centígrados solo mirábamos, sonreíamos, nos sonreíamos, y seguíamos mirando.
Casi como un reflejo tomé un par de fotos que, comparadas con la maravilla de la vida real, son una basura – pero no me importa; tengo la imagen real plasmada en mi cerebro: esos árboles, la nieve, esas montanas preciosas, tan, tan cerquita de mi, y aún tan, tan lejos.
Al regresar la vida continuó normal. Preparamos un festín de 9 platos, todos una delicia, y en la noche llegó nuestra gente, nuevos amigos, viejos amigos, y compartimos y celebramos una fiesta que no es nuestra, pero que tiene mucho sentido, por que dar gracias a la vida, y darnos gracias mutuamente por el tiempo, las risas, las memorias, el cariño, el apoyo, la dedicación, las enseñanzas, es de lo mas necesario.
Así que gracias a Rebeca, Ian, Katie, Zenobi, Alaster, Jenny y Myka, por una noche que no se me olvidará jamás – y gracias a esta vida que me dio a mi familia, que son mis mejores amigos, y mis mejores amigos, que son mi familia, y todas estas experiencias que me llenan de emoción.
Happy Thanksgiving.