Sunday, June 12, 2005

Dreams

En un mundo ideal tendría voz para cantar jazz, o tocaría el saxofón como un pro.
Me vestiría con una de esas faldas de pliegos largas, de las que se mueven, se enroscan y se abren al compás del cuerpo, y usaría esos saquitos apretaditos, tan femeninos, tipo años 20.
Tendría una banda y mi novio seria el bajista, viajaríamos por ciudades interesantes y lindas, y todos me conocerían de nombre, Marie.
Me llamaría Marie por que va con mi personaje acústico, tendría una gran sonrisa llena de dientes blancos y perfectamente alineados, cabello largo y ondulado, y un je ne se qui sumamente intrigante y atractivo.
Tendría un auto viejo y espacioso, de los que con un cariñito no se dañan nunca, y viviría en un diminuto departamento en el centro de la ciudad, con plantitas en el balcón, grandes ventanales, mucha luz, y libros forrando las paredes desde el piso hasta el techo.
Cocinaría estilo griego, y sabría hablar francés. Caminaría por las calles con una sencillez total, y una ligereza que me levanta 10 centímetros sobre el suelo.
Los fines de semana mi casa seria el centro de reunión pre-concierto. Y al salir de nuestra presentación nocturna beberíamos vino tinto acompañado de una selección de suculentos quesos cuyo sabor es enriquecido por su contraste con el tabaco. Luego caminaríamos hasta el hotel, o departamento, dependiendo de la ciudad en la que nos encontremos, y cada uno con su instrumento colgando de su espalda, se despediría con un abrazo y un beso en cada mejilla, hasta el Brunch del siguiente día, en el que todos opinaremos sobre las canciones que vamos a tocar en la noche que ya llega.
Los domingos saldría a comprar girasoles, y regresaría después de beberme un capuchino en ese café de la esquina que me despierta con olor a pan, y en la tarde me sentaría en mi cómoda silla de balcón, y tejería bufandas, gorros, y sacos de vistosos colores que vestiría en el invierno siguiente. Las noches se acabarían de madrugada, luego de beberme un vino blanco, fumar un tabaco de menta, mientras escucho a Charles Aznavour.

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