Tengo la noción de que a mi los libros me llaman.
No leí ‘Cien años de soledad’ sino hasta que cumplí 20 por que no me sentía preparada para leerlo, y por ahí tengo una caja repleta de libros que estoy segura son excelentes (recomendados por amigos, profes y críticos cuya opinión respeto muchísimo) pero hay algo en mi que no me deja leerlos sino hasta que empiecen a llamarme.
En la universidad mi técnica era esta: empezar el día como cualquier otro, escribir mis ensayos y críticas para mis clases, pasar hasta media noche en la biblioteca y cuando todo estaba completamente callado y entre los libreros no se escuchaba mas que las hojas de un libro leído por alguien en algún rincón, yo dejaba todo en mi escritorio, me cubría con mi ponchito (uno negro que usaba en las noches terriblemente heladas en este lugar) y luego iba a divagar entre columnas y columnas de libros hasta encontrar uno que llame mi nombre. A los libros los tocaba, sentía su textura, olía ese aroma de papel, tinta y polvo, tocaba sus hojas ligeramente, los balanceaba entre mis manos para determinar su peso, luego al abrirlos por primera vez me fijaba en si las letras eran suficientemente grandes y los espacios entre líneas adecuados para facilitar la lectura, y por último me ponía a leer y buscar entre las páginas una frase o una palabra que hagan ‘clic’ en mi mente y que me indicaran que ése es el libro que ahora tenía que leer.
Mi otra tecnica requiere un poco más de investigación. Una vez que he terminado de leer un libro que me encanta busco las citas que el autor ha incluido en su obra para dirigirme a otros autores y otros libros que de alguna manera influenciaron lo que acabo de leer, y así sucesivamente sigue la cadena.
Fue de esa forma que empecé una vez con Benedetti hace muchísimos años, luego seguí con Mempo Giardinelli y otros autores hasta terminar con Oliverio Girondo; y fue de igual manera con García Márquez que me guió hasta Juan Rulfo y luego a Alejo Carpentier – todos fabulosos escritores.
Ciertos libros, creo yo, tienen el potencial de impactar tu vida de la misma forma que haría alguien al que vez todos los días y llegas a conocer a fondo; es por eso que leo una cosa u otra solamente cuando me siento lista para recibir a todos esos personajes y entenderlos como merecen.
Ahora estoy leyendo “To Kill a Mockingbird” de Harper Lee. Creo que si leía este libro hace un par de años no hubiese podido entender cuán humana es esta obra, o si lo leía antes de vivir en los Estados Unidos tampoco hubiese comprendido el virulento impacto de los prejuicios y racismo que corren en esta sociedad.
Conforme pasa el tiempo y leo a más autores y obras también conozco mejor mis gustos y escucho más al instinto que me indica por lo que debo ir; ahora que lo pienso, me alegra ver que mis ‘técnicas’ de elección de libros son cada vez más precisas y mis elecciones proporcionalmente más acertadas.
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