El día de ayer el NY Times publicó este artículo: “An Ethical Question: Does a Nazi Deserve a Place Among Philosophers?” con respecto a Martin Heidegger, filósofo alemán cuyas teorías han influenciado varios movimientos intelectuales del siglo XX. Su aporte intelectual es, sin embargo, considerado particularmente controversial por el hecho de que Heidegger es reconocido como un ferviente Nazi.
El NY Times habla de un libro pronto a ser publicado escrito Emmanuel Faye en el que el autor argumenta que las teorías de Heidegger deben ser manejadas, por decir, “con pinzas”, ya que su pensamiento fascista está firmemente entretejido en su escritura; consecuentemente, argumenta Faye, las teorías de Heidegger no merecen ser llamadas “filosofía” ya que su discurso es fundamentado en ideas basadas en odio y racismo, y por tanto sus textos deberían ser clasificados (en bibliotecas) bajo el género de Historia del Nazismo.
Como el NY times indica, el libro escrito por Faye llama al manejo preventivo de las teorías de Heidegger de tal manera que sus ideas anti-moralistas, anti-humanistas, y racistas no sean absorbidas por individuos ignorantes del contexto y de la forma de pensar que las formaron.
En este sentido, estamos pisando un campo minado si en cualquier manera nos sentimos atraídos a esta idea de pseudo-censura que si bien no busca oscurecer la existencia del pensamiento nazi (en estos días tan rechazado y, con toda razón, negativamente asociado) efectivamente plantea afectar el razonamiento del público a través de la conveniente clasificación de libros.
Uno de los fundamentos implícitos en el establecimiento de bibliotecas y librerías en occidente es la abierta disponibilidad de ideas accesibles a todo público. Más allá, la clasificación de textos en tal o cual sección debería ser guiada por el puro interés de facilitar el acceso al libro que se busca, mas no influenciar al lector con ideas preconcebidas que se comunican, como en este caso, al ubicar un libro que hasta hoy se clasifica como filosofía bajo literatura Nazi.
El procurar filtrar e influenciar al lector de tal manera que sus pensamientos no sean suyos propios sino un resultado producto de su mezcla con el razonamiento de un tercero no hace más que demostrar la poca fe y falta de respeto al razonamiento individual.
La simple propuesta de intervenir en el proceso de pensamiento de alguien con el propósito de alejar a los individuos de ideas que a la perspectiva de algunos son negativas, odiosas o detestables, es condenable.
En este caso por supuesto el hecho de que dichas ideas sean de origen nazi, una palabra actualmente equivalente a maligno, puede hacer que algunas personas apoyen este tipo de intervención con el propósito de evitar que gente fácilmente influenciable o ignorante se deje llevar por conceptos que causaron grande daño a la humanidad. Sin embargo, hay que considerar que la censura siempre tiene dos caras y que lo que para uno es aceptable para otros será criminal, y abrir la puerta a la posibilidad de omitir, sancionar, o moldear ideas de acuerdo al punto de vista de un segmento es nada más un camino a una sociedad de marionetas – individuos aun más manipulados de lo que ya estamos actualmente.
Por supuesto, no hay mente o idea que no haya sido moldeada por otras mentes o ideas, sin embargo debería ser una meta social el permitir que el pensamiento de cada individuo sea el resultado de sus propias maquinaciones cerebrales y su libre albedrío; pero quizás esto último sea demasiado utópico - es una lástima.
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