Estaba revisando mi cuenta de Flickr, viendo fotos viejas, fotos nuevas, y la gran mayoría de imágenes se me hacen tan distantes – y este no es un sentimiento nuevo, estoy segura lo he mencionado antes.
Conforme pasan los días nuestra partida de India se siente más real. El paso del tiempo en la oficina, las cuentas nuevas, los clientes, las reuniones se vuelven tan rutinarias y tan del día a día, mientras lo vivido en India se me hace tan lejano – hoy día incluso dudé por un momento si todo realmente sucedió?
Esta tarde vimos por casi 5 horas un programa en el Travel Channel que se llama Bizarre Foods con Andrew Zimmerman, y dos de los programas tomaron lugar en India, uno en Goa y otro en New Delhi. Que melancolía me agarró! Que distancia! Ver esas calles llenas de caos, de olores, de gente, y ruidos sin parar me dio tanta pena, tantas ganas de regresar allá – y eso si es un sentimiento nuevo, por que he estado tan concentrada en sacar adelante nuestra vida actual que no me he dado oportunidad de pensar en la vida pasada.
Extraño a la gente en India más que a cualquier otra cosa, y un par de recuerdos se me vienen a la mente una y otra vez, ambos mezclados con una penita terrible, y unas ganas locas de volver.
Uno de ellos: Era un día Jueves, y mi abuelo acababa de morir en Ecuador. Mi mamá me llamó desde Quito tempranito en la mañana y me dio la noticia. Estuve triste, pero no sentía esa tristeza que inunda (aún). También sucedía que en ese día tenía un examen médico que involucraba estar anestesiada por un par de horas, así que en la mañana pasé en casa, viendo tele, aislada de noticias y del mundo, y en la tarde fui al hospital para mi cita médica. Lo que recuerdo de esas horas es poco pero significativo: primero la enfermera diciéndome que cuente de 100 para atrás, y yo no llegué ni al 98, y después la mano de una enfermera acariciándome la cabeza y diciéndome en Hinglish** que no llore, que si algo me dolía, que todo estaba bien, y yo abría los ojos y una pena grande grande me inundaba y no paraba de llorar mientras les explicaba que no me dolía nada, que mi abuelo acababa de morir y por eso lloraba, y ahí sucedió lo que nunca me voy a olvidar que fue que la enfermera me miró con una cara de comprensión total, se arrodilló para mirarme de frente, sonrió, y a la vez que me seguía acariciando me hablaba en un Hindi que para mí fue incomprensible pero estoy segura eran palabras de consuelo. Ella se quedó junto a mi por un buen rato hasta que N llegó a mi lado y ella supo que me dejaba en buenas manos.
Lo especial fue que en medio de ese caos de hospital, con cientos de pacientes y médicos alrededor, esta mujer que no me conocía se dio un par de minutos para conectarse conmigo y tratar de hacerme sentir bien. Eso es India para mi: un lugar en el que falta tanto, tanto, tantísimo, pero en el que nunca falta una bondad inmensa entre la gente, y en el que todo el tiempo hay una sonrisa grande que compartir.
El otro: Estaba en el auto en camino al centro de la ciudad justamente en los días en los que el Monsoon acababa de empezar. Íbamos por Jubilee Hills cuando cayó una lluvia madre de todas las lluvias que tenía inundadas las calles y al tráfico completamente parado en apenas un par de minutos, y en eso desde mi ventana vi a un grupo de muchachos que empezaron a correr, pero casi al instante se detuvieron y más bien empezaron a jugar en la lluvia. Felices. Desinteresados de todo. Sin frío. Sonrientes.
Cuando fue la última vez que ustedes se han permitido jugar en la lluvia sin pensar en mojarse o en el frío o el tiempo? Para mi han sido muchos años, demasiados.
En India esto era una cuestión del día a día, sin importar edades, o responsabilidades pendientes, o apariencias. Y ver eso, así a un par de metros, es casi mágico.
Extraño a mi India querida que me cambió la vida. Que guarda a grandes amistades, que me sacó de mi rutina de comodidad para zarandearme y hacerme entender que hay un mundo más allá de todo esto. Extraño a mis amigos, y extraño a mi pelirroja favorita que sigue por allá. Extraño a mis sobrinos perrunos y gatunos: Cola, Myka, y Wolverine, y extraño a la nena más increíble, inteligente, y chévere que he conocido en toda mi vida, la pequeña Shachar.
Y así, con una melancolía grande, les dejo una foto: Estas somos R y yo en medio de una multitud de miles, en plenas celebraciones de Ganesh, junto al Ganesh más grande de la ciudad unos días antes de ser sumergido en las aguas del lago Hussain Sagar.
**Una mezcla 60-40 de Hindi e Inglés que es muy común en India.
4 comments:
Sabes que? uno vive esos recuerdos por que son esos pequeños momentos en la vida en los que te sientes profundamente humano. Y eso te limpia, te renueva.
a mi se me hace dificil pensar que aquel blog que descubri ubicado en India, ya no lo sea.
Me dio mucha pena tu regreso. me fascinaban tus viajes...porque sabia que siempre volverias a contar tu regreso a INdia, y ahora por primera vez lei...que anduviste con el mal de los países desarrollados. (algo estresada, con la llegada, la mudanza, las cosas obsoletas, el trabajo, las reuniones..) Pero siempre te quedará INdia grabado a fuego. Suerte que lo viviste.
lo que queda son las memorias...y por eso es tan importante hacerse de buenas memorias..y tu las tienes!
es tan bueno saber que te paso eso..mientras tanto en paises desarrollados te tratan a la patada incluso teniendo posibilidades...he aqui un buen ejemplo de que no hay que ser rico para ser rico en humilidad y humanidad.
-Ludo: Si, humanisima si me siento cuando estoy melancolica. Tambien super suceptible - como que van de la mano, no?
-M: La vida en el mundo real definitivamente no es tan interesante como en India, pero ahi le damos ...
- Ximenita: buenas memorias si que me quedan, y me agarro a ellas con todas todiiiitas las fuerzas.
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